31 agosto, 2008

Tiempo de lecturas.



La visita en el tiempp.

Después de muchos años de haber leído la primera edición, por allá por los noventa, tengo nuevamente en mis manos La visita en el Tiempo de don Arturo Uslar Pietri. Demás está decir que son Arturo fue la mente más lúcida de nuestro siglo XX Por ésta novela, se le otorgó el premio Príncipe de Asturias de las letras en 1990 y el Premio Rómulo Gallegos en 1992.

La Visita en el Tiempo, es una novela histórica o una historia novelada y como bien dice Arráiz Luca en el prólogo, Uslar Pietri fue uno de los primeros cultores del género, cuidado si acaso no su iniciador. Esta novela fue escrita por Don Arturo entre sus 82 a 84 años, lo que demuestra una vez más su nada común capacidad mental. Es la primera novela del escritor donde aborda un tema no venezolanista. Sus anteriores trabajos, tales como Las lanzas coloradas u Oficio de difuntos, son de ésta índole y sirven de referentes a nuestra nacionalidad. Imagino que una gran labor investigativa debió realizar el escritor para ubicarnos con tanto fundamento en las cortes de Carlos V y Felipe II.

La novela retrata la vida de don Juan de Austria y su destino marcado por el azar. Un personaje cautivante en el que se amalgamó la gloria, la ventura y el infortunio; al cual le tocó desenvolverse entre la bonanza producto del descubrimiento del nuevo mundo y en contraparte el ascetismo propio de la corte castellana. La descripción de los personajes, las intrigas palaciegas, el juego del poder entre España, Francia, Inglaterra y el Papado. Las batallas: Lepanto y Flandes; la presencia de las costumbres y la sutil descripción de los encuentros amorosos, conforman una envolvente trama que narrada con maestría hacen de esta novela algo digno de volverse a disfrutar. Empero para aquellos que no aún no la conocen, no me cabe dudas que tendrán un feliz encuentro con esta aventura histórica.

Nota aparte merecen las buenas ediciones de El Nacional, a precio solidario. El volumen que nos ocupa, pertenece a la colección Arturo Uslar Pietri donde se han editado, hasta el momento: Oficio de difuntos y El camino de El Dorado.


Caracas, agosto 2008

26 agosto, 2008

Que en paz descanse.



Día de agotadoras compras en la gran manzana. Mi amiga Analuisa y yo hemos caminado mucho y venimos cargadas de paquetes, soportando el sopor veraniego, el calor que despiden los vehículos y muchas personas en las calles.

Una apremiante necesidad de evacuar micciones nos acomete. Pasamos frente a una funeraria. ¡Metámonos aquí! Con el asunto de los oficios ni siquiera notarán si somos o no parte de los deudos, o amigos que vienen a dar el pésame. Logramos escabullirnos. En nuestro precario inglés solicitamos el sanitario. Cumplida la misión, nos dirigimos a la puerta. Notamos el catafalco en el centro, pocos cirios, sin flores y unas pocas personas alrededor. Antes de trasponer la puerta, somos detenidas por un señor muy serio, amable y respetuoso, quien nos conmina a firmar el libro de visitas. Mi amiga y yo nos miramos asustadas, pero para no pasar por la pena de decirle que sólo entramos para usar el sanitario, optamos por firmar. El señor revisa el libro y nos indica que nuestros datos están incompletos, que por favor los llenemos con más precisión: nombre, nacionalidad, dirección del hotel, en el cual estábamos alojadas y todos esos detalles. Nosotras conteniendo la risa y abochornadas porque nos descubrieran la travesura, cumplimos al pie de la letra toda la solicitud. Terminamos, dimos las gracias y salimos de prisa…

Rápidamente enfilamos hacia nuestro hotel -que quedaba a varias cuadras de allí- entre comentarios jocosos: ¡Estos gringos si tienen vainas!, ¡primera vez que me registro pa´echar una meaíta! Jajaja… Cuando contemos esto en Caracas, no nos lo van a creer. Esa noche cenamos en la habitación y nos quedamos viendo la tele. Mañana sería otro día agotador. Nos levantamos temprano bajamos a la cafetería del hotel a desayunar. Al pasar por el lobby del hotel para dejar la llave de la habitación, nos entregaron un sobre que venía dirigido a mi nombre. ¿Usted está seguro que es para mi?, no conozco a nadie en NuevaYork. Allí figura su nombre y numero de habitación, señora.

Intrigadas, nos fuimos a sentar en unas de las butacas del recibidor para abrir el misterioso sobre. Efectivamente era para mi. Dentro venía una carta explicativa que indicaba que el Sr. X había testado que se le diera 1.200 dólares a las siete primeras personas que asistieran a su velatorio y además había sendos cheques del CityBank, por esa cantidad para nosotras.


(Esta rocambolesca historia está basada en un hecho real.)

Caracas, julio 2007

16 agosto, 2008

Cartas del desamor (I)




Querida Remedios,

Lo cortés no quita lo valiente, así es momento que te diga que, hasta aquí me trajo el río... Aprendí que, si sigo haciendo lo que estoy haciendo continuaré obteniendo lo que estoy obteniendo... Tu amor se me ha convertido en mucho ruido y pocas nueces... Ni lavas ni prestas la batea; el que no te conozca que te compre... Se te olvidó que el amor es una planta que se riega entre dos; primero hay que dar para recibir... Puesto que el que quiere besar busca la boca y como cuidar es querer; lo que hace importante a tu flor es el tiempo que le has dedicado... Contigo soy el último orejón del tarro... Lo que es igual no es trampa... Recuerda que, para que te amen hay que hacer que lo valga, de lo contrario todo misterio dura tres días y como te dicen “la bella” te crees la última coca-cola del desierto, más ahora que te ha dado por levitar...¡Así quién te alcanza..!...

Desafortunadamente, a veces el viaje más largo es la distancia entre dos personas... Pero como no hay mal que por bien no venga; he decidido ser feliz porque además, es bueno para la salud... ¡Si te ví no me acuerdo..!Mauricio


pd. devuélveme mis mariposas.

Caracas, agosto 2008

03 agosto, 2008

Casandra.



La sacerdotisa consultó el oráculo y lanzó su nefasta profecía...
¡Es un ave de mal agüero! dijeron unos. ¡Nuestras murallas son inexpugnables! dijeron los soldados. ¡Está delirando! dijeron ellas...

Esa noche, un caballo entró y acabó con la ciudad.


Caracas, agosto 2008
Ilustración: Casandra; tomada de la web.