30 marzo, 2010

La monja-alférez.




En la remota aldea güipuzcoana donde nació, pocas eran las probabilidades para su inquieto espíritu. Del convento donde fue internada –como era habitual hacerlo con las hijas de familia en el S. XVI- se fugó a los 15 años; convencida que como hembra pocas probabilidades tendría, muy audazmente se mutó en varón y de allí en adelante, Catalina de Erauso se trocó en Antonio, adoptó ropas masculinas - se convirtió en travesti- porte y comportamiento. De pueblo en pueblo y de faena en faena en lo que pudo y como pudo, llega a la la ciudad de Vitoria; luego se enrolará como grumete en una de las tantas naos que parten hacia el Nuevo mundo.

Su inquietud no permitiría que allí terminara su hazaña. Apenas piso tierra pico los cabos y se enroló como soldado raso, en una de las tantas avanzadas del ejército español. Guerreo contra los indios, se batió en lances, pendenciero sostuvo reyertas; llegó a Alférez. Con ese grado intervino en varias batallas en Argentina, Bolivia, Chile y Perú. En La Paz, huyendo de un lance habido en un juego de naipes, se refugia en un convento hasta donde lo persigue el señor Corregidor. Ya prisionero el Alférez Don Antonio de Erauso, se puso en claro su verdadera identidad... Prisionera fue devuelta a la corte de Felipe IV. Todo un personaje, la monja-alférez ya liberada goza del favor del monarca; viaja por Europa nuevamente bajo la máscara de su falsa identidad y para el año de 1625 se vuelve a embarcar, esta vez para ir a México.

Ya instalada en Veracruz en 1630 inicia un comercio de exportación de mercaderías a España;uno que otro contrabando... En uno de esos viajes, su bote zozobra en las corrientes del golfo. Catalina-Antonio no está entre los sobrevivientes, tampoco se encuentran sus restos. Tal como era y tanta su intrepidez, que para ser fiel a la leyenda, cuentan que la monja-alférez se convirtió en sirena o en tritón…


Caracas, marzo 2010
Ilustración tomada de la web.

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