27 diciembre, 2008

Intimidad.






Juan Pablo y Ofelia intercambiaron números telefónicos en una reunión de trabajo a la cual asistieron. Desde ese momento –ya hace varios meses- se llaman frecuentemente y mantienen largas conversaciones sobre lo humano y lo divino. Cuando no conversan, se envían mensajes de texto o fotografías. Finalmente consideraron que esa amistad podría transformarse en algo más y deciden comer juntos...

Juan Pablo llega primero al restaurante y se acomoda en una mesa. Para acortar la espera pide un wisky; a los minutos llega Ofelia. Un momento de desconcierto al estar frente a frente, no les permite saludarse formalmente: ni con un apretón de manos, ni con un beso en la mejilla ni con un abrazo. Sólo dicen ¡Hola! Cada uno en su asiento frente al otro; Ofelia juega con los cubiertos. Juan Pablo se bebe el wisky de un solo trago. El mesonero irrumpe entrambos. Cada quién pide lo que desea comer, más un refresco para Ofelia. Nadie rompe el silencio. Se miran de soslayo y esbozan unas sonrisitas nerviosas. El se zafa la corbata; ella saca su polvera. Los minutos se hacen eternos sin proferir palabras. Juan Pablo tocado por una idea luminosa se levanta, atraviesa el salón y va a instalarse en la mesa más recóndita. A los segundos Ofelia siente el tintirintintirin de su teléfono móvil. Cuando ve que la llamada es de Juan Pablo sonríe. ¡Que bueno que llamaste! ya estaba desesperada…

¿Vas a almorzar, Ofelia ? Yo también...¿Qué pediste?



Caracas, diciembre 2008
Ilustración sacada de la web.

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