27 febrero, 2010

Mi cartera preferida.


Thais salió esa tarde con su cartera preferida bien ceñida bajo el brazo. El agobiante calor vespertino la hizo cambiar de acera -para evitar la fuerte resolana- y beneficiarse de alguna que otra sombra que ofrecían las edificaciones. Repito, con su cartera preferida bien apretadita debajo del brazo. No porque fuera una cartera de marca, ni muy fina, sino porque era su cartera preferida…

A la distancia pero sin mucho interés, vió venir al hombre. No obstante como un acto reflejo, apretó más su cartera. Cuando la tuvo frente a si le espetó: ¡O me das la cartera o te doy un tiro aquí mismo! Lo lamento contestó ella, encarándosele muy decidida. ¡Esta es mi cartera preferida y por nada del mundo te la voy a dar!... El hombre de momento quedó desconcertado. Si quieres compartimos los 50 bolívares que es lo único que traigo, 25 para ti y 25 para mi. Está bien, ¡apúrate!... Tahis abrió su cartera y sacó el dinero tal como habían convenido, luego rectificó: van a ser 25 para ti y 20 para mi porque ya gasté 5 bolívares en la panadería. ¡Si va!, dijo... Le arrebató el dinero y siguió su camino, atravesando la calle. Tahis dio un largo suspiro y se fue muy oronda. Había salvado su cartera preferida que continuaba muy apretadita debajo de su brazo.

Caracas, febrero 2010
nota: Esta es otra de esas historias verdaderas –parte de nuestro “realismo mágico”- que me fue referida y que a diario suceden en nuestras calles.
Ilustración tomada de la web.

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