28 noviembre, 2009

Petición navideña

Date: diciembre, 2009
To: santa©polonorte.com
From: miss américa©caracas.com
Subjet: petición navideña


Hola Santa, ¿te sorprende volver a encontrarme en tu correo? Sí, hacía tiempo no te escribía, pero me animé y espero vengas a mi ciudad: la sucursal del cielo, ¿recuerdas como era antes? cuando te recibíamos todos los años en casa con los niños. Ahora en mi ciudad se han atrevido a execrarte… Pero a mí siempre me gustó la Navidad y todo eso del “espíritu navideño”: la reunión familiar, las hallacas, las bebidas, el dulce de lechosa (ahora de especial connotación), los aguinaldos, el pesebre y los regalos que dejas al pié del perfumado pino.

Bueno el asunto es que a pesar de todas las que estamos pasando, y precisamente por eso, ahora es cuando creo en hadas: elfos, unicornios, brujas y principalmente en tu persona. Así me atrevo a enviarte este e-mail (¡modernos que somos!) para pedir –como es habitual- por que hasta ahora, que yo sepa, no he visto que nadie te escriba para decir: “Santa, te voy a ayudar con esa pesada bolsa que cargas encima”… Además yo para dar, lo que se dice dar, no estoy. Aquí de milagro estamos dando las gracias y eso que a pesar de ser gratis, no la dan todos. Tampoco me voy a poner a pedir paz, bienestar para la humanidad, progreso, ni que salves al mundo; esas cosas no son de tu incumbencia y aquellos a quienes compete, por lo visto no les interesa… En fin panzón (no te arreches, que te lo digo por cariño), egoistamente te voy a pedir sólo para mí; para complacer a mi adorada persona.

Cómo digno ícono del Imperio y su abundancia: gordo, próspero, siempre feliz y bonachón, tengo que pedirte en grande. Fíjate que se me ocurre, que allá deberían cambiar la inscripción de los billetes de un dólar, esa que dice: In God we trust, por In Santa we trust; ¡otra vez con mis disgregaciones!... Vamos a lo nuestro; necesito que me complazcas, sin poner objeciones. Lo que voy a pedir sólo tiene que venir de ti, ni la NASA podría ayudarme; ni vale hacerlo en un globo aerostático. ¡No es lo mismo! Faltaría tu magia y la de tus renos encantados. Entonces Santa… ¡Llévame en tu trineo a dar una vueltita! Sólo eso deseo, una colita para ver desde lo alto nuestra tierra: sobrevolar los polos, ver las hermosas montañas nevadas y los fiordos, los extensos desiertos y estepas, los grandes ríos y lagos, la inmensidad de la selva amazónica, los tepuyes, las grandes cataratas africanas, los atolones de coral del pacífico y finalmente ver una aurora boreal -sumergirnos en sus luces- con tu trineo y arruchaditos… ¡Qué tal, te lo puse facilito!

¡Pero tiene que ser ya!, este 24 de diciembre. No podemos dejarlo para luego; quizá yo no esté o quizá –al paso que vamos- no existan todas esas maravillas; o quién quita y se cumple la maléfica profecía que augura que el mundo “ique” se acaba en el 2012

Estoy lista, ya tengo todos mis aparejos: abrigo, sweter, bufanda, guantes, botas, un gorro como el tuyo…y una taparita llena de aguardiente. ¡No me embarques panzón!

Cariños de tu consecuente devota...


Caracas, noviembre, 2009
Ilustración:Rockwell

23 noviembre, 2009

Una escogencia



Allí están sentados, frente a frente, con una pequeña mesita de por medio, los dos cafés que se enfrían, y las volutas del cigarro de ella que los envuelve. Ambos saben que el momento es definitivo y definitorio... Esperanza y José Luis tenían meses sin verse, después de su tórrido romance. La ruptura –momentánea o algo así como un receso- se produjo, debido a las constantes presiones de Esperanza: ¡tienes que escoger, o yo o tu mujer! José Luis la ama, necesita de su compañía y afecto, pero es harto difícil tomar esa decisión: romper con su matrimonio, con su familia, con sus responsabilidades de hombre casado... El largo silencio fue interrumpido por Esperanza: ¿Y bien, que decidiste? No puedo abandonar a Ma. Soledad, así no. Te pido me concedas tiempo; sólo un poco más... ¡Excusas, sólo excusas!, dijo molesta e hizo amago de levantarse. José Luis la tomó por el brazo: espera le dijo, lee esto y entregó una correspondencia. Luego, dio media vuelta y salió del local.

Esperanza malhumorada rasga el sobre del Instituto diagnóstico y comienza a leer: Se ha detectado un cáncer de páncreas a la paciente Ma. Soledad de Paredes. Unas lágrimas le impiden continuar con la lectura. El texto termina así: A la paciente le restan sólo unos meses de vida…


Caracas, setiembre 2009
Ilustración Vettriano