08 enero, 2008

Vendetta.





La paz conyugal no duró mucho para Juancho. No atinaba a comprender cómo a causa de sus celos, la luna de miel se le iba convirtiendo de a poco en luna de hiel. En una oportunidad pescó a Rita infraganti en una cafetería, cuando supuestamente cumplía su horario de trabajo. Esto lo desosegó más. Para terminar de una vez por todas con tanta zozobra y angustia, optó por contratar un detective privado. ¡ Sígala y no me oculte nada !

Las pesquisas y los reportes eran cada vez más descorazonadores para Juancho. El último informe fue contundente. Su mujer le miente, los miércoles trabaja medio turno. Efectivamente, Rita se entendía con el gerente de la empresa. El detective recabó todos los datos necesarios: lugares de encuentro, horarios y fotos. Todo este panorama lo impulsó a tomar una determinación. Despidió al detective luego de cancelarle sus emolumentos. Se tomó la tarde libre para constatar todos los datos: dirección de la casa del jefe, nombre de su esposa y otras señas muy precisas. Tomó notas y regresó a su casa. En la noche a la llegada de su mujer, no hubo mayores cambios: cenaron, vieron los noticieros de la TV y se acostaron.

A la mañana siguiente Rita salió primero como de costumbre. Juancho se quedó rezagado con su desayuno. Se levantó de la mesa. Cogió una maleta grande, colocó dentro todos los bártulos y potíngues de Rita. Metió hasta sus recuerdos, para estar bien seguro de no arrepentirse. Leyó por última vez el informe del detective. Seguidamente arrancó la primera página donde aparecían sus señas, introdujo el informe en la maleta y la cerró. Llamó un taxi y entregó todo al chofer : Lleve esto a la dirección señalada. Pregunte por la señora de la casa y entréguele esta maleta…
Caracas 2000

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