13 diciembre, 2007

Mitológico




Hasta el velamen negro presagiaba el amargo destino de tan azarosa aventura. Tras largos días de navegación, los siete tripulantes llegan a su destino. Un palacio como ningún otro: con recámaras innúmeras, glorietas e intrincados pasadizos y al final, si es que se llega al final y no se moría en el intento, la parte más álgida de la misión: liquidar al monstruo.
Él de real linaje: el más valeroso, el más habilidoso ¡Cumplida esta hazaña, quizá en el Olimpo!, pensó. Imprevisto se hallo atrapado en un pacto con una mujer sagaz. Terminó por convencerlo de cambiar las armas por un ovillo de hilo.
El día acordado lo acompañó hasta la entrada del palacio. Aquí te espero...¡Suerte! Tal como ella le aconsejó, en su alforja metió el ovillo. Traspuso las grandes puertas y se adentró con decisión en el laberinto...

En la espera Ariadna pensó, dudo, tuvo la certeza. ¡No sé porqué presiento que va a dejarme tirada en una isla, como a las otras! Con yesca hizo fuego y encendió el cabo del hilo que había quedado atado a su dedo.


Caracas,1999
Ilustración: Ariadna; tomada de la web.

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