24 junio, 2009

Los joyeles.





Doña Engracia -para sus allegados Gracia- tenía quien le siguiera la corriente, o al menos de eso nos enteramos después. Era una dama estrafalaria que dada su avanzada edad y la imposibilidad de convivir entre sus familiares -por múltiples razones que ahora no vienen al caso- fue recluida a regañadientes en una casa hogar: cómoda, acogedora y muy bien atendida por personal especializado.

Doña Engracia por su carácter o quizá también por su despiste –es consabido que a tan avanzada edad el riego no funciona- parecía ser de fácil devenir entre sus pares. .. Desde el principio -quizá para llevar la contraria a las espectativas de los causantes de su reclusión- se adaptó muy bien a los horarios, las comidas y la rutina diaria. Especialmente se emperifollaba para la hora del té. Todo parecía marchar sobre ruedas, hasta que una serie de desapariciones dieron inicio al descontento y las quejas por parte de las otras inquilinas de la casa hogar. Se extraviaron mis zarcillos de perlas, dijo Doña Luisa, mi collar de corales no aparece, dijo Doña Esther, mi sortija de esmeraldas de ha perdido, dijo Doña Anita y así las protestas surgían por doquier... La única que callo fue Doña Engracia, lo que finalmente levantó sospechas dado que antes de su llegada nada de estas irregularidades ocurrían. ¡Más cómo dudar de la integridad de semejante dama !

La requisa de las pertenencias nunca fue realizada porque Doña Engracia murió en el ínterin. Todo se descubrió el día del velatorio. La prima de Doña Gracia -otra dama entrada en años- hizo los preparativos correspondientes. Doña Engracia (QEPD), fue velada con el ataúd destapado muy vestida y compuesta, casi entronizada, como fue su voluntad -para no perderse lo que estaba sucediendo en su último momento- y entre sus ya agarrotados brazos tenía una cartera abierta –cual cornucopia- llena de joyas… ¡Horror! fue el murmullo general. La prima de Doña Gracia con todo su inveterado desparpajo dijo: si no le pertenecían ahora le pertenecen y con ellas será enterrada…


Que no quede duda de la veracidad de esta historia..! Los hechos son reales, sólo se cambiaron los nombres...
Ilustración: tomada de la Web.
Caracas, junio 2009