27 febrero, 2007

Al trote.





Mens sana y corpore sano

Esa mañanita despuntando el alba, después de enfundarse en su mono deportivo salió a trotar al parque como de costumbre. Los trotadores se dan los buenos días con gestos o sonrisas, para no perder ni el tiempo ni el ritmo del trote. Caros Luis comenzó su rutina de calentamiento. Se sentía en plena forma -en su grupo lo llaman El cincuentenario- pues aparte de ejercitarse religiosamente, cuida su dieta y limita sus excesos que por lo mismo ya habían dejado de ser tales. Luego de una breve rutina de calistenia hizo un atado con la toalla para envolver los lentes, la colocó debajo del árbol – que siempre usa como punto de referencia en su recorrido- y arrancó por una calzada ya congestionada con tantos asistentes que como él, practican la moda del “jogging”.Voy a tener que cambiar de rutina. Esto se está volviendo un Poliedro cualquiera, masculló molesto.

Tendría unos veinticinco minutos de carrera, cuando sintió un roce y un ¡Disculpe!. Atinó a sonreír a un joven con audífonos, que lo rebasa. Carlos Luis observó en su bolsillo trasero el bulto de una cartera masculina. Instintivamente tocó el suyo y no palpó nada. Se desconcertó; de inmediato el asombro se trocó en rabia ¡Ese desgraciado me quitó la billetera! ¡Epa tú, párate! El chico impertérrito continuó su veloz carrera…

Carlos Luis se lanza en su persecución. Agobiado por el esfuerzo –lleno de ira- le da alcance. Lo jalonea por la sudadera. El joven dado el sorpresivo ataque no atina a defenderse... Carlos Luis lo golpea con rabia, lo lanza al suelo, lo patea; mete la mano en el bolsillo y extrae la cartera. El chico se incorporó como pudo a causa de la golpiza y no alcanzó a ir tras el agresor, por recoger su maltrecho “walkman”.

Bufando y maldiciendo, llega al sitio donde están sus pertenencias; se tercia la toalla al cuello, se enjuga el sudor y se pone los lentes. Molesto reniega y jura que nunca más vendrá al Parque del este ¡Malditos rateros de mierda! Mascullando improperios llega a donde vive. Abre la puerta de su apartamento y ¡oh sorpresa! Allí sobre la repisa de la entrada, está su billetera.

Caracas, 1999

Ilustración sacada de la WEB.

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