07 diciembre, 2006

Espíritu de Navidad.

(a Sofía y Emiliano)

En mi cabeza guardo muchos recuerdos. Por allí dicen que somos de buena memoria. No soy quién para desmentir ni afirmar nada,pero recomiendo que crean todo lo que dicen de mí –positivo o negativo- y se quedarán cortos.Recuerdo que cuando hay tanto movimiento en la casa, tanto ir y venir, tanto desempolvar cachivaches, adornos, paquetes y preparar ricas y elaboradas comidas –que apenas pruebo- es porque se celebra una festividad muy especial…

En esta época todo es muy grato y hay más licencias para mí. Juego con los adornos del oloroso pino, terminando por romper algunos. Me encanta cuando hacen ¡plop! y saltan en mil pedacitos brillantes. Me restriego contra sus ramas y salgo olorosa y perfumada. De vez es cuando me dan un pedacito de jamón o una de esas verdes y saladas aceitunas que me gusta tanto jugar con ellas. Hacerla rodar por aquí y por allá para terminar mordisqueándolas. Como en casa todos son muy generosos, hasta un regalo para mí colocan bajo el árbol: o unas galletitas especiales, o un fino collar, o un sweter. Una vez me regalaron unos escarpines y me molesté tanto que los deshice a dentelladas. Además de ser el hazmerreír de todos, parecía el tipo aquel del cuento con las botas.

Pero el momento más divino y que más aprecio, es cuando nieva y encienden la chimenea. Entonces nos congregamos toda la familia -porque yo soy parte de la familia desde hace años- al calor del hogar. Mi ama empaqueta regalos con lindos lazos coloridos. Los niños leen cuentos. Mi amo coloca villancicos en el reproductor y procede a responde cartas y tarjetas. Yo -hecha un ovillo- finjo dormir en la alfombra, muy cerquita de la chimenea para recibir su calor benéfico.

Entonces el amo ya instalado en su sillón –con su periódico o su libro- me llama: ¡Salomé ven! pero me hago la indiferente para obligarlo a repetir el llamado. Luego decido complacerlo. Me desperezo lentamente y de un salto monto en su regazo. Muy acurrucada y prrur, prrur, prrur -mientras él me acaricia- cavilo: estos humanos definitivamente están celebrando algo muy bonito, porque este ambiente de paz, regocijo y generosidad cambia a todos ¡Hasta a mí, que en estos días no cazo ratones!


Caracas, diciembre 2005